Un pájaro que vuela en ayuda de nuestros bosques, el Canadair, también llamado “Pelícano” según su indicativo de radio, ha dejado su huella en las mentes y los paisajes durante décadas. Avión anfibio y bombardero acuático rojo y amarillo, el primer Canadair estuvo operativo en Francia en 1967, que hasta entonces había utilizado Catalinas (que duró hasta los años 1970). El CL215, diseñado específicamente para estas misiones de extinción de incendios forestales, dio paso a finales de los años 80 al CL415, el modelo que conocemos hoy.
Desde su llegada a la flota de Seguridad Civil, el Canadair se ha convertido rápidamente en imprescindible en la lucha contra los incendios, complementando la acción de los bomberos y socorristas en tierra. Para hacer frente a las llamas, se le han sumado desde entonces otros medios aéreos: el Tracker, a principios de los años 1980, el Beechcraft en los años 1990, para operaciones de coordinación y reconocimiento, y el Dash en 2004, un avión bombardero de agua o retardador. Los helicópteros Dragón también son valiosos aliados para guiar la acción de los aviones bombarderos y facilitar la coordinación aire-tierra.
Francia cuenta hoy con 12 Canadairs, apostados en la base de Seguridad Civil de Nîmes-Garons, en Gard. Pueden movilizarse por todo el territorio, en forma de destacamentos estacionales o según la situación operativa. Como parte de la solidaridad internacional, estos aviones también pueden intervenir fuera de nuestras fronteras.
Impresionante por su tamaño, sus colores y su potencia, el Canadair impresiona también por la destreza y el tecnicismo de sus 40 pilotos, capaces de sacar 6 toneladas de agua, a más de 800 metros, en 12 segundos y a 120 km/h. En una hora, un Canadair puede realizar 6 descensos. Por término medio, un Canadair vuela 270 horas al año, incluidas 140 horas combatiendo incendios, y realiza 950 lanzamientos.
