Los artículos sobre mi abuelo casi siempre comienzan con superlativos como “el padre del cómic esloveno”, “un gigante del séptimo arte”, “el Walt Disney esloveno”. Naturalmente, estoy de acuerdo con ellos, ya que tuve el privilegio de vivir de primera mano su trayectoria creativa. Es un privilegio similar, ahora que ya no está entre nosotros, ver la poderosa impresión que ha dejado en la gente de Eslovenia. Independientemente de la generación a la que pertenezcamos, casi todo el mundo lo conoce y sigue leyéndolo. Los lectores jóvenes experimentan sus obras por primera vez con asombro y entusiasmo. Los lectores mayores recurren a ellas para revivir recuerdos de su juventud y presentárselas a sus propios hijos y nietos.
Mi abuelo Miki Muster creó historias que nos recuerdan lo importante que es mantener un sentido de alegría en nosotros mismos y creer en el bien. Conservó su entusiasmo y curiosidad infantil durante toda su larga vida. Creo que en Eslovenia esto es algo que apreciamos y por eso, durante las próximas generaciones, seguiremos leyendo sus libros, abandonándonos a la fantasía y perdiéndonos en los mundos que él pasó décadas creando en las páginas.
Mi familia y yo seguimos con orgullo todos los eventos que este año marcarán el centenario de su nacimiento y nos alegramos de que otro de sus inolvidables personajes haya tenido ahora su propio espacio en un sello postal. Estas oportunidades nos recuerdan el enorme legado que nos ha sido confiado y, al mismo tiempo, traen recuerdos de nuestro padre, abuelo y bisabuelo, que fue y sigue siendo para nosotros un modelo de valentía, creatividad y bondad.