Esquí Alpino en Eslovenia

“Quien no esquía no es esloveno” es un dicho que se escuchaba hace poco en todo el país, en la parte soleada de los Alpes, donde el esquí forma parte de la vida cotidiana desde hace mucho tiempo, como lo demuestra la descripción de los esquiadores del altiplano de Bloke recorriendo las pistas cubiertas de nieve que se puede encontrar en la obra de Johann Weikhard Valvasor La gloria del ducado de Carniola (1689). Eslovenia tiene una tradición de esquí que se remonta a más de 300 años, lo que la convierte en una de las más antiguas de Europa.

En el siglo XX, el esquí se hizo accesible a las masas y se produjo el inicio de una cultura de aficionados entusiastas a los deportes de invierno. Realmente, esto comenzó cuando Jure Franko ganó la primera medalla olímpica de invierno de Yugoslavia en los Juegos Olímpicos de Invierno de 1984 en Sarajevo. En total, Eslovenia ha conseguido nueve medallas olímpicas en esquí alpino, la última de las cuales fue ganada por Tina Maze en Sochi en 2014. Eslovenia no es ni mucho menos un enano en un mundo de gigantes en lo que se refiere al esquí alpino: los competidores eslovenos han ganado un total de 23 medallas en los Campeonatos del Mundo hasta la fecha. Esto significa que los amantes del esquí no tienen escasez de oportunidades ni ocasiones para animar a los atrevidos esquiadores del país, que demuestran su indiscutible talento al cruzar las puertas de las mayores competiciones deportivas del mundo. El entusiasmo de los aficionados alcanza su punto álgido en las dos competiciones de la Copa del Mundo que se celebran tradicionalmente en Eslovenia cada invierno. La competición masculina de la Copa Vitranc y la competición femenina Golden Fox (que pronto cambiará de nombre) atraen a grandes multitudes, que llenan las gradas debajo de la zona de meta, aplaudiendo y agitando banderas, orgullosos de que el esquí sea su hogar en Eslovenia.