En 1921 el primer avión pilotado por un español había surcado los aires: en tierra, una joven aristócrata asturiana, María Bernaldo de Quirós, nacida en 1898, ni siquiera sospechaba que 7 años más tarde ella sería la primera mujer en obtener la licencia como piloto.
Se había interesado por la aviación por pura casualidad: casada por segunda vez con el alcalde de Ciudad Rodrigo, quiso la suerte que en el plazo de un mes tres aviones que seguían la ruta Sevilla-Valladolid tuvieran que aterrizar de emergencia en una finca cercana. María descubrió que nada, ni el reproche social, ni las acusaciones de que una mujer casada nada debía buscar entre hombres que manejaban aquellas máquinas, ni la oposición de su marido, podían apartarla de aquella pasión.
No fue la única que intentó aprobar el título en aquel año de 1928. El país vivía una auténtica fiebre por las conquistas aéreas. Dieciocho aspirantes se presentaron a las pruebas del Real Aero Club de Madrid. María, a la que pronto apodarían Miss Golondrina, era la única mujer. Su belleza, su origen noble, las declaraciones atrevidas que recogían los periódicos (“Las mujeres servimos para algo más que para bordar”) le garantizaron una fama efímera. Toda fiesta quería contar con aquella mujer moderna, aunque lo fuera un poco demasiadopara el propio Aero Club, que le negó un número como socia y que se acercara a ninguna de sus avionetas. El que defendiera el divorcio para las mujeres y fuera una de las primeras en obtenerlo (había abandonado a su marido para iniciar una relación con su instructor de vuelo, el piloto militar Díaz de Lecea) no ayudó a que la vieran con mejores ojos.
La única manera de soslayar esa prohibición era hacerse con su propio aparato: compró por lo tanto una avioneta De Havilland, su mosquito, que financió con viajes promocionales y bautismos aéreos por toda España, con los que mantuvo su aura de estrella. Aunque se encontró con que los hombres se negaban a volar con ella muchas mujeres se encontraban deseosas de que su primer vuelo fuera pilotado por Miss Golondrina.
Durante la Guerra Civil apoyó, como su compañero, al bando franquista, para el que realizó algunos vuelos de reconocimiento: la Dictadura anuló el divorcio que había obtenido, con lo que nunca pudo casarse con Díaz de Lecea, y acabó también con su carrera como piloto. Él, en cambio, llegó a ser Ministro del Aire. María murió en 1983. Un Airbus A320Neo de Iberia bautizado en su honor la recuerda desde 2020. Posiblemente el mejor homenaje que pudiera recibir.
Espido Freire