EspañolOculto a la vista, entre acantilados de piedra y pinos fragantes, se alzaba hace seis siglos el Monasterio de Rmanj, guardián del alma del pueblo serbio y testigo de la lucha milenaria por la fe y la libertad. Entre sus muros, el monasterio de Rmanj alberga misteriosas historias del pasado, entrelazadas con lágrimas y oraciones, pero también con coraje y esperanza. Dedicado a San Nicolás Mirlikiski, fue construido en 1443 y se atribuye a la dotación de Katarina Brankovic, hija de Djuradj Brankovic y esposa de Urlich II de Celje.
La importancia espiritual del monasterio queda evidenciada por el hecho de que desde 1566 la sede del obispado (metrópoli) de Dabrobosna estuvo situada en Rmanj durante más de un siglo. A finales del siglo XVI y principios del XVII, el monasterio de Rmanj contaba con hasta cien monjes, según existen testimonios históricos fiables. El metropolitano más importante que gobernó en Rmanj fue el metropolitano Teodor, que fundó el seminario en el monasterio de Krka en 1615. Durante 110 largos años, Rmanj fue la sede de los metropolitanos de Dabro-Bosnia. En el monasterio también funcionó una escuela de pintura de iconos y se copiaron libros sagrados y litúrgicos.
La historia tormentosa de este clima, las tres fronteras de Lika, Kordun y Banija, tampoco perdonó a este lugar de culto. Rmanj fue destruida e incendiada varias veces, la mayoría durante conflictos bélicos. Bajo los muros de este santuario, todavía hoy se puede sentir la presencia de los antepasados y la historia cargada. El pueblo de Krajina luchó y luchó por la verdad y la justicia, la libertad y la paz, lo que es un deber cristiano y humano, y este monasterio, que preserva la historia y la cultura del pueblo serbio del olvido, es un testigo.