Ya a mediados del siglo XIX se hablaba de la necesidad de unir la capital de España con el Mediterráneo.
Por ello, el 9 de febrero de 1851, con la presencia de la reina Isabel II, se inauguró la línea Madrid-Aranjuez como parte de aquel gran proyecto, impulsado por el Marqués de Salamanca.
La longitud de la línea era de 49 kilómetros y su recorrido prácticamente se conserva.
Esta ruta pasa por localidades como Getafe, Pinto, Valdemoro o Ciempozuelos por el valle del Manzanares hasta las del Jarama y el Tajo.
Esta ruta favoreció, entre otras cosas, el comercio entre Madrid y las localidades cercanas donde los productos de la huerta eran los grandes protagonistas.
La fresa, uno de los cultivos más significativos de Aranjuez, acabó dando nombre a este tren histórico.
Actualmente el tren realiza un recorrido turístico donde los pasajeros pueden disfrutar de un agradable viaje desde la estación de Delicias de Madrid, del siglo XIX, hasta la estación de Aranjuez.
En 1984 comenzaron estos viajes, que se realizaban durante los fines de semana de primavera y otoño. Ofrece a sus viajeros una experiencia única donde ocio, historia y cultura se mezclan para recordar el pasado y disfrutar de un destino inmejorable como es el Real Sitio de Aranjuez, declarado Paisaje Cultural Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
El Tren de la Fresa está formado por una furgoneta y un vagón de los años 60, cuatro vagones de madera de los años 20 llamados 'Costa' (llamado así porque entre sus servicios más habituales estaban los de la costa catalana) y un vagón metálico de pasillo lateral de la década de 1940.
El hecho de que este tren histórico siga recorriendo las vías que se construyeron hace casi dos siglos como avance económico de un país, enriquece su cultura para el disfrute de todo aquel que decida hacerse con un billete con sabor a fresa.
El sello que dedica Correos incorpora el olor a fresa y en él aparecen los vagones históricos del tren.