Decorando la Sierra de Grazalema, uno de los puntos con mayor índice de pluviosidad de España, a modo de un bello collar de perlas, encontramos los conocidos como Pueblos Blancos.
Un conjunto de localidades que se denominan de este modo, debido al color blanco de sus fachadas encaladas.
Entre ellos, Olvera se convierte en la fotografía perfecta, resumen de todo aquello que estos pueblos pueden ofrecer.
En los últimos años, el turismo rural ha ido en aumento en nuestro país. La vuelta al campo desde ciudades colapsadas, en busca de una vida más sosegada, así como los efectos provocados por la pandemia de COVID-19, ha hecho que esta sea una de las mejores opciones para escapadas o periodos vacacionales.
El sur de España se asocia al turismo de playa, pero Andalucía es mucho más. En la sierra gaditana encontramos el pueblo de Olvera, motivo principal de este sello dedicado al turismo rural.
Olvera conforma una ladera de casas encaladas, típicas de la zona en la que se encuentra, organizada en callejuelas, a veces imposibles, que dentro de su conjunto monumental llegan, a tientas, a un colosal castillo, testigo de siglos de historia.
La Iglesia de la Encarnación, el Parque del Sagrado Corazón o el Peñón del mismo nombre, son emblemas indiscutibles de este lugar.
Tradiciones populares como la Semana Santa o el Carnaval, se unen a una de las fiestas con las que más se identifica esta localidad: el lunes de Quasimodo.
En cuanto a la gastronomía olvereña, hay un producto estrella que es el protagonista indiscutible de su cocina: el aceite de oliva que nace de sus tierras.
Las tortas de masa mojadas en miel o la zurrapa de lomo en manteca, son perfectas para los meses de frío. Los callos, flamenquines caseros, patatas zapateras, pajarilla a la plancha, sangre encebollada, serranitos o un buen queso son alguno de los platos típicos del lugar.
Olvera, como muchos rincones de España, es un lugar perfecto para escaparse y desconectar.